Bajo la fronda que protegió en verano, en morada transitoria la hojarasca aguarda ser transformada en humus fertilizante al suelo.
Las hojas como las raíces son órganos vivificantes de los vegetales. Durante millones de años, el entorno del hombre fue la naturaleza, de ella se nutrió, en ella fraguó sus anhelos y en el tiempo, los factores y las circunstancias físicas y biológicas formaron parte de su evolución.
Del lejano origen de los vegetales ya no se habla, empero, a lo largo de los siglos el contexto socio-cultural, económico e histórico delata su inmesurable utilidad, a cada paso se percibe su poder y magnitud y, es inconcebible la vida de los humanos sin ese mundo de maravillas.
El tiempo pasa, los árboles han cumplido su ciclo, en la superficie de su lecho yace el follaje coloreado, es un amplio tapiz otoñal que anuncia su partida, el transeunte inadvertido gorjea su canto, el crujido de las hojas secas riman un ayer sin nombre. Y dejando la estela del retorno, el viento se llevó las hojas.
Y lo que el viento no se llevó, lo registró el ocular de la cámara de un paseante, quien en afirmación a su desacuerdo se dejó pasear en el tránsito de la vida.