El ayer ya no es, pero el hoy, es un renacer

El hoy empalidece lo que fue, el transcurso limitado de los seres vivientes nos informa la extraña circunstancia del volverse a ver.

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La visión objetiva del follaje nos evidencia que, en tanto que el lugar y medio le sea propicio, la naturaleza cumple el ciclo vital, un renacer temporal cuyo encanto difunde exquisita fragancia; en los campos el colorido de los árboles invita a los insectos a su labor, y los labradores verán el fruto de sus faenas.

El tiempo primaveral aparece como la sala de conciertos donde las lámparas iluminan su espacio y la musicalidad poco a poco adormece el régimen vital, los rizos subterráneos del follaje, como el corazón de los humanos, no interrumpe su actividad.

Una vez más, el ciclo de la naturaleza cumple su misión, los ojos del transeunte, aprueban su descanso.