Emprende el camino, y en su mente, afrontar con arrojo lo venidero.
En el limitado espacio el aire refresca el lugar elegido, y sin retener el tiempo hace inventario de lo vivido, se encamina a desenredar falencias, y a la hora de rendirse cuentas, la palabra apologiza su realidad.
No fue la tentación de vagar por caminos sin nombre sino vitorear lo asignado, y en él, plasmar la voz de la experiencia escrita.