La ardilla, éste pequeño roedor sin poseer una gran capacidad cerebral sabe cómo utilizar su cognición animal.
Nadie más ágil que una ardilla en la búsqueda de satisfacer su necesidad vital, ni más vivaz para agarrar el grano que sacia su barriga, ni más exhaustiva apilando alimento para un después.
En el ámbito de la naturaleza, lo fortuito del momento.