Nido sin refugio…

Por patios abiertos y vados no olvidados, de prisa va el caminante paseando su can. De pronto, con mirada errada, advierte a ras de tierra, las huellas lastimosas de una fugitiva ave. Sobre una alfombra de hojarasca húmeda, un nido aplanado que, a  manera de obra artística, un perfecto brocado de plumas, o un emplumado lugar abandonado, como si la premura de la razón humana se opusiera a la ferocidad del acto. Se evidencia la deshonra del maquillaje
acicalado del plumaje blanco grisáceo, y sin exhaustivo estudio, se acusa al manual delirio delictivo. Aparece, como si  el aleteo del desventurado, en un instante hubiese hallado refugio en el culto de un adiós.

Cuántos anduvieron sin advertir el regocijo carnavalesco, de aquellos que  huyeron bajo la sombra de la transitoria lluvia. Cuántos otros, atinan a imaginar que la víctima, en casual o en acordado encuentro, hubiese servido a la causa de su inanición. Otros, fijarán su agudeza visual fantaseando el animal que en su
impulso irracional agarra la presa y premiando su valor, disfruta  del despojo.

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…..Y usted, me  aventuro a preguntarle, ¿qué piensa?…

Yo, un caminante más, en el vagabundeo de mis ensueños, consulté mi aterida energía, y en silencio póstumo, acomodé la cámara para fotografiar el hecho.