La industrialización se hizo omnipresente, allegando el elemento humano del campo rural son el activo más importante, reclutan espontáneos y en el ruedo de la eficacia espontáneamente desaparecen.
La memoria lo pasea en la evolución, y en los hoy denominados parques, se instala en busca del techo vedado y como antaño, es la naturaleza su incondicional compañera, los árboles su refugio. Abanderado de augurios desamarra el bongo para vivir la libertad del azar. En su bagaje, el acuerdo consigo mismo, la imborrable huella de la vívida experiencia, fue un elemento más de productividad, y no compartiendo la reducción del valor humano, decide escapar del mundo que frustró sus anhelos, ajeno a la sumisión decide mirar su propio horizonte. A la deriva del incierto sendero sorpresas cantarán a su andar y reconocerá el abrigo necesario.
Una bóveda azul como el azul del firmamento es el domicilio programado, y no le faltarán estrellas que le repasen la lección.